viernes, 11 de marzo de 2011

ESCRITO DE CONTRATAPA DE EL TRATADO SOBRE LA GANGRENA, A PUBLICARSE ESTE JUNIO

  


Hay que ser cuidadosos cuando se habla de la obra de Darwin Pinto Cascán. El por qué, se responde en la presencia de un fenómeno inusual en la literatura boliviana, tal vez el más contemporáneo de la obra conocida de los autores locales. Una obra, además, no en ciernes, sino en proceso de maduración hacia algo que puede tener grandes -y largos- alcances.



El Tratado sobre la Gangrena, Sabayoneses y la esperada continuación de esta saga, tienen rasgos que la enlazan con García Márquez, con Faulkner, con Bierce, quizá con Lovecraft y otros, sin deberles su autenticidad y sus propios movimientos y destinos. Hablamos de herencia, pero no de influencia; de rasgos comunes, pero no de imitación; de temáticas que se conjuncionan y se exceden en Darwin Pinto, cuyo rango fluctúa entre lo mágico y lo histórico, entre lo oscuro y lo luminoso, con atisbos de novela negra, de comic, de esa afición de la última década de reavivar mitos del pasado con características del presente, cópula fructífera de lo muerto y de lo vivo que permite deambular por universos de infinitas posibilidades: el retroceso de la historia, las lágrimas derramadas que retornan a los ojos de las lloronas, los espectros que penetran concretos en lo cotidiano de Sabayón, tierra levantada por los Drake, construida y destruida por ellos, efímera y eterna, como ellos mismos.



Bolivia y Santa Cruz son y no son: son Sabayón y no, Santa Rosa y no. Presente y pasado, y futuro en ambiguo perfil. La historia se desarrolla en su propio territorio, pero los hechos y personajes trashuman sin desparpajo por cronologías y geografías universales y oníricas. La irreverencia junta hitos que pueden existir ajenos o que suelen estar conexos. Picuiba y Burdett O'Connor, Nanawa y Otto Felipe Brown, confederados de la Guerra de Secesión con piratas y nobles de los estruendos de la colonia.



Libro de puro entretenimiento pero sin liviandad, donde la palabra se hace imagen; la novela, comic; la narrativa, cine... todo sin desbocarse de los márgenes imaginarios de un libro impreso, que es a su vez, reducida jaula que dista mucho de atrapar la abundancia que escapa de esta magnífica prosa novelística y de tremendos convidados.





claudio ferrufino-coqueugniot


Premio Casa de las Américas 2010


Aurora-Colorado, 9 de marzo 2011

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