domingo, 6 de junio de 2010

OPINIÓN DE GIOVANNA RIVERO SOBRE SABAYONESES...


No sé si “masculino” sea un adjetivo válido para referirse al tono o temperamento de una narrativa, pero en todo caso es lo primero que pienso cuando me enfrento y entrego a la prosa de Darwin Pinto. Pero, ya que estamos, ¿qué es, pues, un “tono masculino”; en qué consiste? En primera instancia, en una trama que prioriza la genealogía patriarcal y que, en ese sentido, podríamos llamar clásica, de larga tradición; he ahí el realismo mágico. También podríamos descubrir una preocupación temática particular: la venganza, la herencia, el honor, esos macrovalores que en las sociedades latinoamericanas han corrido de forma paralela a las grandes identidades (nación, familia, etc.). Por último, fácilmente podríamos pensar en la guerra como el escenario perfecto para que el hombre alcance la ansiada trascendencia, a través del sacrificio y la gloria personal y colectiva. Si bien todo eso está presente en Sabayoneses, tengo la impresión de que el “tono masculino” de esta novela responde a una indagación sobre los modos en que un héroe de pueblo se construye, muchas veces a pesar de sí mismo, desgarrándose entre esas dos fuerzas paradigmáticas: el amor y el deber. De esa tensión resulta el “doble”(no precisamente un alter ego, sino un under ego), escisión que Darwin Pinto usa para reformular o actualizar el viejo realismo mágico que planteaba al sujeto varón como una unidad monotemática y pocas veces debilitada en su interior. Sabayoneses, en cambio, nos entrega personajes varones dañados por esa autoimpostura que a veces puede significar el “ser machos” y, de fondo, quizás reconozcamos una crítica a la herencia de discursos heréticos y una apuesta a la libertad y decisión de ser individuos únicos e interrumpir la genealogía, aunque ello implique el propio quiebre de la personalidad.